fistula arteriovenosa
Una fístula arteriovenosa es una comunicación anómala entre una arteria y una vena.
Normalmente, la sangre fluye desde las arterias hacia los capilares y luego hacia las venas. Pero cuando existe una fístula arteriovenosa, la sangre fluye directamente desde una arteria hacia una vena, sin pasar por los capilares. Una persona puede nacer con una fístula arteriovenosa (fístula congénita) o bien ésta puede aparecer después del nacimiento (fístula adquirida).
Las fístulas arteriovenosas congénitas son infrecuentes. Las adquiridas pueden ser causadas por cualquier herida que lesione una arteria y una vena que se encuentran juntas. Lo más habitual es que se trate de una herida penetrante causada por arma blanca o de fuego. La fístula puede aparecer inmediatamente o desarrollarse a las pocas horas. La zona puede hincharse rápidamente si se escapa sangre hacia los tejidos circundantes.
Algunos tratamientos médicos (por ejemplo, la diálisis renal) hacen necesaria la perforación de una vena cada vez que se lleva a cabo. Si se llevan a cabo muchas perforaciones repetidas, la vena se inflama y se puede producir una coagulación; finalmente la vena puede quedar obliterada por tejido cicatricial. Para evitar este problema, se crea deliberadamente una fístula arteriovenosa, en general, entre una vena y una arteria cercanas del brazo. Este procedimiento ensancha la vena, haciendo que la inserción de la aguja sea más fácil y, en consecuencia, la sangre fluye más rápido y tiene menos probabilidades de coagularse. A diferencia de algunas fístulas arteriovenosas grandes, estas pequeñas fístulas no causan trastornos cardíacos y pueden cerrarse cuando ya no son necesarias.